Aquí vive Orwell

Por Fanny Díaz

Viejacasanueva_tecnoIsraelHace mucho que la ciencia ficción dejó de ser un motivo de asombro para convertirse en un lugar común resumido en la frase “el futuro ya está aquí”.

Tras mi efímero y poco exitoso ejercicio como obrera manual, llegó la hora de vivir la experiencia de ser una auténtica obrera del siglo XXI. En principio, cuento con todos los requisitos: fanática del teclado (por no decir prácticamente inútil en cualquier otro campo), inmigrante en Israel, uno de los mayores exportadores de alta tecnología en el mundo, y dispuesta a renunciar a la sociabilidad con tal de ganarme los cobres de manera segura y puntual.

Así que de la noche a la mañana el miniapartamento en el que vivo se convirtió en eso que las revistas de diseño llaman un “home office”. Durante el receso para el café converso sobre literatura con mi compañera de trabajo por el chat de skype, mi gato entra y sale a su antojo porque sabe que siempre estoy en casa y si me topo con mi jefe en la calle probablemente no lo reconozca.

Cada vez que le cuento a alguien que trabajo desde la casa a través de internet, la gente tiene una reacción extrema. O piensan que me he sacado la lotería de los trabajos, o me hacen sentir que soy en esencia una presa del siglo XXI. Creo que ambos grupos tienen razón y además mis condiciones de trabajo no me parecen particularmente extraordinarias. Soy apenas una entre los millones que realizan teletrabajo alrededor del mundo, “telecommuters”, para los que la virtualidad se ha convertido en otra manera de estar en el mundo.

Sí, el futuro ya está aquí, tiene la cara cuadrada y algunas veces hasta trabaja en piyamas.