
8 de julio
Anoche la sirena sonó por primera vez luego de muchos meses. Aunque durante semanas la posibilidad de una escalada de violencia había sido el principal tema de conversación, nunca se está emocionalmente preparado. El sonido penetrante avisa que tenemos tseva adom (color rojo), que hay que correr a protegerse en el primer lugar que se encuentre, que no hay tiempo para dudas ni lugar para la humana confianza en que ‘eso no puede pasarme a mí’.
Luego se escucha la explosión. Algunas veces cerca, y entonces todo se estremece; otras, a lo lejos, como si de pronto el peligro se hiciera irreal. En ambos casos uno reza para que la kipat barzel (domo de hierro) se haya ocupado del asunto. La explosión de anoche fue una de las más estruendosas que he escuchado hasta ahora…
Otro día
Poco sabíamos que la sirena se convertiría de nuevo en nuestro día a día. Entre sirena y refugio hacemos la vida. Afuera se libra una guerra adicional, la de demostrar que Israel tiene derecho a defenderse y en el fondo la de justificar su existencia.
Cientos de fotografías de palestinos, especialmente niños, inundan la red. A ratos las dudas invaden el alma. Algo es claro: en una guerra nadie gana.
Otro día más
Hoy me dio por releer a la escritora israelí Batya Gur. Michael Ohayon, el personaje principal de sus novelas, es un detective de origen marroquí, guapo, inteligente y sensible que solo pudo ser creado por una mujer. Al final de la novela Asesinato en Jerusalén, Ohayon tiene un peculiar diálogo con su hijo Yuval, la mañana antes de este último partir a un entrenamiento en la reserva del ejército de Israel:
“(…) Quería preguntarte, pero realmente ahora, si eres sionista. ¿Eres sionista, papá?”.
“¿Por qué lo preguntas?”. Michael trataba de ganar tiempo; finalmente la mesera los dejó solos.
“Primero respóndeme” (…)
“…Si sionismo significa una casa para el pueblo judío, entonces puede decirse que soy sionista”.
Más y más días
Algunos días no suena la sirena pero se escuchan explosiones a lo lejos. La ilusión de normalidad se ve interrumpida una y otra vez por el sonido aparentemente lejano.
Mueren 64 soldados israelíes en una emboscada. Me siento culpable por no ser más neutral, por no lamentar las muertes del ‘otro lado’, por no hacerlas mías. En cambio, cada soldado que veo en la calle me hace sentir que no estamos protegiendo a nuestros jóvenes, que en lugar de estar peleando por nosotros ellos deberían estar respirando vida. Las calles se llenan de inmensas vallas que dan gracias a nuestros soldados. Cada uno de ellos, casi niños en realidad, me recuerda que esta tierra hay que conquistarla cada día. Quizás todavía estamos vagando en el desierto.
23 de julio
Tal parece que mis sentimientos tienen compañía. LynleyShimat Lys publicó un poema en su muro:
I feel guilty for being alive.
I feel guilty I can’t help
the people in Gaza
in Sderot
in Ashkelon
in Ashdod
I feel guilty I can’t persuade my friends
to come north to Jerusalem
I feel guilty I can’t tell the government
not to send
men to kill and to be killed
I feel guilty for
every supposed leader
opposing peace, risking lives.
I feel guilty for asymmetries,
for rockets, tanks, tunnels,
for the airforce
and the airport.
I feel implicated from all sides.
for what I did
for what I didn’t do.
This war is not a war – there is no winning. Ashes, ashes, we all lose.
Me siento culpable de estar viva.
Me siento culpable de no poder ayudar
a la gente en Gaza
en Sderot
en Ashkelon
en Ashdod
Me siento culpable de no poder convencer a mis amigos
de venir al norte a Jerusalén
Me siento culpable de no poder decirle al gobierno
que no envíe
hombres a matar y ser matados
Me siento culpable por
cada supuesto líder
que se opone a la paz, arriesgando vidas.
Me siento culpable por las asimetrías,
por los cohetes, tanques, túneles,
por la fuerza aérea
y el aeropuerto.
Me siento implicada en todos los lados.
por lo que hice
por lo que no hice.
Esta guerra no es una guerra –no hay ganador–. Cenizas, cenizas, todos perdemos.
Un día más
Alto al fuego. Violación del alto fuego. Tseva adom. Sirena. Muere un niño de cuatro años que no tiene tiempo de llegar al refugio. Una fotografía con su camisa del futbolista Leo Messi inunda las redes. El héroe no se da por enterado. La guerra paralela continúa.
Hoy sonó de nuevo la sirena…
Por Fanny Díaz