Desde siempre el artista se ha inspirado en su entorno, a la vez que le ha prestado su visión mágica a lo que lo rodea. El ojo del artista encuentra detalles, inventa historias, crea mundos, observa lo que a otros nos pasa desapercibido.
La artista plástica Lidia Graciela Libedinsky nos pasea por Jaffa (Yafo en hebreo) y nos permite compartir su mirada, y por si fuera poco, cuando recrea lo que mira nos acerca a una ciudad histórica, de encuentros culturales, de historias tras historias tras historias.
Callecitas de adoquines, angostas y sin salida. Paredes que descascaran historias. Quizás testigos de encuentros secretos, de ingleses, otomanos, árabes y judíos. Cada flor nace donde puede, una ranura o la fisura del muro. Es una música que ondea, mixta, levantándose como espesa neblina. Habla una ventana, un vidrio, una reja, un balcón, una cortina raída. Todo dice, en una lectura tácita e interpretativa. Entre el ayer y el hoy, vuelvo la mirada al ensueño de un Yafo mágico. Tan parecido a un cuento, para vivirlo y relatarlo». LGL
¿Subimos? 2021 Acrílico sobre lienzo 60×40 cm
Muros de Yafo 2021 Acrílico sobre lienzo Formato pequeño
La magia de Yafo se traslada a mis lienzos. Incontables recorridos entre callecitas, que llevan a lo incógnito, a la historia misma, al ayer de las revueltas, los diferentes tiempos, los legados. Es romántico, casi ensueño. Subyuga entremezclarse, recorriendo esas paredes de piedra arenisca y sus azules aberturas. Hay duendes, hadas, sultanes, rezos, cantos, milagros, navíos, aromas a incienso y mirra, que a la imaginación le sabe a cuento». LGL
Lidia Graciela Libedinsky es profesora de artes visuales en tres niveles educativos. Egresada de la Escuela de Artes Visuales de Paraná, Entre Ríos, Argentina. Artista plástica, con diversas exposiciones y premio de honor otorgado en concurso ganado y plasmado en un mural de 10×3 metros, en instancia de concurso en la Universidad Tecnológica Nacional de Entre Ríos y permanencia a post mortem. Reconocida como artista plástica ante jurado evaluador en Israel, bajo la coordinación del Ministerio de Absorción. Hizo aliá en 2002.
Autoría de las imágenes: Lidia Graciela Libedinsky
Hace algunos años decidí explorar Israel a través de sus artes visuales. Fue una excursión emocionante y provechosa, y aunque no he seguido en esa dirección, me sirvió mucho para comenzar a entender lo que sucede a mi alrededor. Pero conocer un país como inmigrante, o al menos esta inmigrante que soy yo, es un proceso, un camino. Con frecuencia, siento que conozco muy poco de la compleja sociedad israelí.
En los últimos tiempos, en los que estoy obsesionada por mejorar mi todavía muy mediocre hebreo, y de paso ponerme en contacto con las vibras de la calle, me he volcado a la música. Entender las letras, dicen muchos expertos, es una de las mejores maneras de aprender una lengua. (Por supuesto que habrá letras que no merecen ser entendidas en ninguna lengua, digo yo aquí.)
Si bien mis gustos en música son muy eclécticos, y a menudo ni yo misma sé de qué van, sin duda tengo preferencias, que obviamente he trasladado a mis escogencias de la música israelí. Por lo tanto, este resumen solo pretende ser mi playlist personal.
Playlist personal de música israelí
Hay algunos cantantes contemporáneos que me “tocan”: Kutiman, de quien he sido una fanática casi desde que llegué a Israel; Idan Raichel, lo cual no es nada original pues media humanidad lo ama; Aviv Gefen, un compositor de particular sensibilidad, y Blackfield, su proyecto colaborativo con el músico británico Steven Wilson; aunque escucho poco al clásico Shlomo Arzi, aprecio su poética; y admiro la versatilidad de Nathan Goshen.
“Sof Haolam” (Fin del mundo), Aviv Gefen
“Bati Lajlom” (Vine a soñar), Nathan Goshen
En alguna época fui fanática de Hadag Nahash (El Pez Serpiente), un grupo de hip-hop que fue la banda del año en 2010, cuando llegué a Israel. Hace ya un tiempo que no se escucha. Recientemente pude comprobar que los jóvenes de alrededor de 18 años no los conocen y los de 20 y pico los desprecian por sombríos. Sin comentarios. Todavía escucho su canción “Shirat Hasticker” (La canción de las etiquetas), que es una sesgada e inteligente recopilación de textos de calcomanías israelíes.
“Shirat Hasticker” (La canción de las etiquetas), Hadag Nahash
Amo en particular la irreverencia creativa de Victoria Hanna, una artista que a pesar de las apariencias en verdad es profundamente tradicionalista. Su relato visual, indisoluble de su búsqueda musical, es un homenaje a la tradición judía y más específicamente a la herencia espiritual sefardí. Su música ha sido etiquetada como “rap kabalista”. Debo admitir que soy una incondicional de su trabajo, y especialmente de su estética.
“Aní yeshená” (Yo duermo), basada en El Cantar de los Cantares 5,2
Música mizrají
Aunque toca mis emociones y pertenencias, la música mizrají –como se conoce en Israel la música del medio oriente, más específicamente los ritmos traídos por los judíos llegados de los países árabes– no termina de atraparme. Quizás sea porque prefiero los ritmos menos puros y el pop. Sin embargo, me gustan algunos artistas que han sabido fusionar el rock y la música mizrají, como el grupo Orphaned Land.
“Like Orpheus”, Orphaned Land feat. Hansi Kürsch
Tengo claro, por supuesto, que no puede pensarse la música israelí contemporánea sin el aporte de la música mizrají como ritmo y herencia cultural. Así que he seguido indagando.
Me topé por primera vez con la figura de Zohar Argov, “El Rey”, en un tour de Guy Sharett por las calles del barrio Florentine de Tel Aviv, pero en aquel momento no pude entender su peso en la historia musical israelí. Lo “descubrí” realmente a través de un texto del periodista Ari Shavit, y desde entonces su figura mítica y trágica me ha obsesionado. Puede que la música mizrají contemporánea no termine de seducirme, pero la voz y la historia de Zohar Argov son un caso aparte:
A principios de los setenta, las tiernas y dolidas canciones del tímido y larguirucho cantante se convirtieron en los himnos de lucha del Israel menos favorecido. Se vendían en casetes en la caótica central de autobuses de Tel Aviv, se cantaban en las bodas, fueron un éxito en los clubes nocturnos orientales que aparecieron en Bat Yam, Jaffa, Netanya, Lod y Ramla. Durante años Argov no fue reconocido por los estratos sociales superiores de Israel. Y cuando finalmente fue aceptado, sufrió una sobredosis de drogas y murió. Aunque sus desgarradoras canciones hablan principalmente del amor y la pérdida, parecen llenar mi auto con el gran dolor de los rechazados (Ari Shavit, Mi tierra prometida. El triunfo y la tragedia de Israel).
De aquellos tiempos hasta ahora la música mizrají ha andado un gran trecho, convertida hoy en parte esencial de la música israelí contemporánea.
“Hapéraj beganí” (La flor de mi jardín), Zohar Argov
Un juego oficial de la música israelí
Me gusta acudir a las listas oficiales y a los intentos de crear cánones porque siempre hay en ellos alguna verdad. El juego de cartas que una conocida empresa de telecomunicaciones preparó para la conmemoración de los 70 años de la fundación de Israel incluye ocho cantantes:
De ellos solo conocía a los más contemporáneos. Aunque toda selección o compendio es inevitablemente un punto de vista personal y subjetivo, me alegra haberme topado con ese intento. Yehudit Ravitz y Ahuva Ozeri fueron un regalo inesperado.
En fin… Si alguna vez mi hebreo mejora, o no, es lo de menos, mientras tanto, que no pare la música.
Tan heterogénea como el país mismo, la escena musical israelí no es solo la conocida lista de nombres internacionales, cuatro premios Eurovisión y réplicas locales de tendencias mainstream (¡y qué bien, yala!). Israel tiene además un fructífero movimiento musical que podríamos llamar “alternativo”, por darle algún nombre, que por su mismo carácter ha creado canales de distribución ajenos a los medios tradicionales. Paradójicamente, algunos de estos músicos se han convertido en figuras globales. Quizá el más emblemático de ellos sea Kutiman, nombre profesional del músico Ophir Kutiel, o Kuti, para sus amigos.
Su sitio web lo describe como “compositor, multiinstrumentista, productor, director de orquesta, mezclólogo digital y cineasta”. Kutiman es una especie de músico de culto, con seguidores incondicionales, entre los que me cuento.
Como muchos, conocí el trabajo de Kutiman a partir del proyecto de videos musicales Thru You, que el multitalentoso artista comenzó a publicar en su canal de YouTube en 2009. Fue un proyecto pionero en la creación de collages audiovisuales, usando videos musicales de artistas amateurs sin ninguna relación entre sí, a los cuales agregaba sus propias notas y mezclas para crear obras de inusitada originalidad. Al punto que Time Magazine lo incluyó en su lista de “Las cincuenta mejores invenciones de 2009”.
Gracias al éxito de Thru You, en octubre de 2010 Kutiman fue invitado a actuar en la gala de YouTube Play en el museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York.
¿Qué tan libre?
Por supuesto, la idea de tomar grabaciones ajenas, sin autorización, que es básicamente la filosofía tras Thru You, no ha sido bien recibida por todos. Pero, nos guste o no, el trabajo de Kutiman y su equipo es una muestra del poder de la sinergia que puede generar internet.
Larry Lessig, autor del libro Remix, uno de los principales defensores de la llamada cultura libre, que aboga por una nueva manera de abordar el copyright, lo puso como ejemplo de la inspiración que puede generar el compartir obras libremente. Sin duda, en la era de internet, ¿puede considerarse violación de copyright tomar prestado el trabajo de otros, valorizándolo, para crear una nueva obra?
Siguen las mezclas y cocteles
Otro proyecto que le ganó millones de likes y adeptos a Kutiman fue Thru the City (2011-2015), mixes musicales que intentan resumir el latir de distintas ciudades, desde Tokio a Tel Aviv, pasando por Hamburgo. El video dedicado a Tel Aviv se volvió viral en asunto de días y todavía sigue.
En 2014 Kutiman inició la secuela Thru You Too con la canción “Give It Up”, de Samantha Montgomery. Bajo el nombre Princess Shaw, la asistente de enfermería en un centro de cuidados para mayores en Nueva Orleans, Estados Unidos, subía canciones de su autoría a su canal de YouTube. Un día Kutiman se topó con su trabajo, musicalizó la canción con su técnica de collage musical, y la magia estaba hecha. En pocos días el video de la canción con arreglos de Kutiman ganó millones de vistas.
La historia de la realización del video y del posterior encuentro de Princess Shaw y Kutiman en Israel es tema del documental Presenting Princess Shaw. Fue también el principio de la colaboración musical entre ambos.
En septiembre de 2016 el documental, dirigido por el cineasta israelí Ido Haar, ganó como mejor documental del año 2015 en los Premios Ophir, conocidos popularmente como los Óscar israelíes. (Como nota autobiográfica debo decir que estuve entre los cientos de seguidores de Kutiman que fuimos a la cinemateca de Tel Aviv a ver el documental, mucho antes de que este ganara el Ophir.)
La colaboración entre Princess Shaw y Kutiman continúa [2019]
¡Yala yala 2020!
2020 ha sido un año productivo para Kutiman y su banda a través de su propio sello musical, Siyal Music. En febrero lanzaron una edición limitada de un vinilo con los temas Saluf y Badawee. En abril le siguió Layla y en julio apareció el producto de seis años de incubación creativa: Wachaga.
El músico ha creado Kutiman Bandcamp, un sitio web y una comunidad en torno a Wachaga, en el que se cuenta la historia del álbum. Todo comienza en 2014 con un viaje a las estribaciones del monte Kilimanjaro, en Tanzania, donde vive el pueblo Chaga, también conocido como Wachaga. El músico grabó sonidos cotidianos, niños escolares tocando tambores y bailarines con campanas en los zapatos de la ciudad de Arusha, y con ese material ha creado una colaboración creativa, al agregarle tecnología, instrumentos occidentales y música en vivo. Naturalmente, el álbum solo podía titularse Wachaga.
Así describe su sitio web la obra final: “Es una osadía creativa que ha dado sus frutos: los instrumentos de viento y las melodías de sintetizador giran en espiral a través de patrones de ritmo y cánticos prestados que proporcionan la base sobre la cual Kutiman construye su propia casa musical, creando nuevos caminos de jazz, psicodelia y abstracciones meditativas circulares”.
Kutiman lo ha hecho otra vez: ha creado algo nuevo a partir de sonidos preexistentes. Ha recreado, ha resignificado. Y el resultado es a la vez antiguo y nuevo; profundamente ancestral y contemporáneo. ¿Africano y universal?
Algunas veces pienso que el estado natural de un inmigrante es merodear en las fronteras (no, el símil no es gratuito) del querer pertenecer a su nuevo país y al mismo tiempo asirse a la relativa certeza de su pertenencia al lugar de origen. Solo que esa dualidad puede dejarlo al margen de su nuevo entorno y de paso hacerlo olvidarse de sí mismo, de sus preferencias y sueños, en particular si hay de por medio una barrera idiomática.
En ese merodeo he estado por años en Israel. A la búsqueda de algún pasadizo por donde acercarme a “lo israelí”. ¿Cómo lograrlo por una vía personal? ¿Cómo cruzar la frontera sin perderse a sí mismo en el intento? La respuesta llegó a través de un anuncio de visitas guiadas a galerías de arte organizado por la escuela Basis.
La idea es ver arte contemporáneo israelí bajo la guía de la curadora y artista Noa Raz Melamed. Aparte de galerías de arte visitamos estudios de artistas, hablamos de sus búsquedas estéticas y existenciales, así como sus lazos con la historia del arte israelí y universal. Para el resto del grupo, todas mujeres israelíes, es una oportunidad de conocer mejor la escena artística local. Para mí ha sido una puerta de entrada a la riqueza creativa de Israel. Porque el trabajo de un artista no es aislado, sino que recoge la historia de un país o un pueblo, sus creencias, su manera de estar en el mundo. Además, lo creativo está siempre impregnado de referencias culturales que pueden ayudar a descifrar claves cotidianas a un recién llegado. En el caso de Israel, acercarse a su arte es asimismo acercarse al arte judío.
Estas visitas me han revelado una de las caras de este país que ahora también es mi casa. No pretendo haber conseguido la respuesta para todos. Cada quien descubrirá su propio camino, pero creo que aproximarse al nuevo país a través de una pasión personal podría ser un buen inicio. Nunca es tarde. La aventura apenas comienza.
La artista Maya Gold conversa con el grupo sobre su obra inspirada en vitrales.
Obra de la exposición “Jéder / Room / Habitación” de Guy Avital.
Obras de Chanan de Lange en Noga Gallery of Contemporary Art.
Estudio de la artista Osnat Yaheli-Sarbagili.
Estudio de la guía del grupo, Noa Raz Melamed.
Visita a la galería Macom Leomanut / Artspace en Kiryat Hamelacha, Tel Aviv.
Un edificio construido en la década de 1920 hospeda una de las galerías más activas de Tel Aviv.
En marzo de 2010, en un edificio concebido por el arquitecto y diseñador industrial israelí Rod Arad, comienza la historia real del Museo del Diseño Jolón (Design Museum Holon, Muzeon haItsuv Holon) tras cinco años de proyectos. Localizado en Jolón, en la zona central de Israel, el Museo del Diseño Jolón forma parte de un proyecto municipal para convertir la ciudad en una referencia cultural nacional.
Los museos del diseño son todavía relativamente escasos, quizás porque el diseño sigue siendo una disciplina joven y en plena expansión. Por eso estos ‘museos’ suelen ser más núcleos de creatividad que lugares de exhibición. El Museo del Diseño de Jolón es sobre todo un centro abierto a la comunidad y un lugar de intercambio del dinamismo creativo israelí.
Uno de los ambientes más emblemáticos del Museo es el laboratorio de diseño, el cual ofrece al visitante una ojeada al proceso creativo de productos industriales e incluso a sus herramientas, como por ejemplo una impresora 3D en plena acción (no olvides pedir al guía una muestra como recuerdo de tu visita). El Museo también celebra la Semana del Diseño, talleres para estudiantes de las diferentes escuelas de diseño del país, actividades de creatividad para el público general y exposiciones de diseñadores nacionales e internacionales.
Fantasía arquitectónica
El edificio sede del Museo del Diseño Jolón es quizás la mayor declaración de principios de la institución: en un documental sobre su proceso de diseño, Jacob Even, director general de la corporación municipal de desarrollo de Jolón, resume la obra con la palabra fantasía. Cinco bandas de metal que juegan con el sol israelí anuncian la vocación creativa del edificio y sirven de marco a galerías interiores que dan al visitante la libertad de tomar distintas rutas: concebido como un laberinto circular, los espacios de exposición parecen girar sobre sí mismos.
Diseño gráfico, de modas, industrial, web, de interiores, de tipografía… son solo algunas de las muchas vertientes del diseño que forman parte de nuestro día a día. El Museo del Diseño Jolón sirve de homenaje a esa belleza, extraordinaria y cotidiana a la vez.
El Museo del Diseño de Jolón forma parte de un complejo cultural que incluye la Holon Mediatheque, compuesta por el teatro para niños y jóvenes, la biblioteca pública central de la ciudad y la cinemateca
Salas de exposición
Érase una vez los niños se divertían con objetos llamados juguetes, hoy literalmente piezas de museo.
Laboratorio de diseñoDetalles de una fantasía arquitectónica