Roaring Tel Aviv

Tel Aviv Keith Roughton

Tel Aviv es una ciudad de sirenas y de coches, de palmeras y torres de cristal, de casas frágiles como la arena, de grúas altas iluminadas en la noche.

Yala, yala, Tel Aviv no descansa, se mueve a la velocidad supersónica de los aviones que antes surcaban el cielo, día y noche. Aviones que viajaban a destinos lejanos como Chicago o Tokio, que se anunciaban con sus tripulaciones glamurosas en grandes carteles de publicidad sobre los edificios. Lejos, todo el mundo sueña con viajar, con irse lejos, incluso los que vienen para quedarse.

Yala, yala, Tel Aviv se mueve al ritmo de los coches que, como un bucle infinito, entran y salen de la ciudad; de los trenes rojos con viajeros silenciosos que cruzan el país de norte a sur; de las sirenas de las ambulancias; de la voz de mujer que escapa de los autobuses y nombra las paradas. La estación de HaShalom bulle de gente: mujeres con turbantes elevados como zigurats, soldados con cara de niño y fusiles gastados a la espalda, chicas de uniforme con sandalias y bolsos de Prada, hombres oscuros de traje y sombrero, mujeres de gestos elegantes y delgados, etíopes hermosos y esbeltos con tupé, madres con niños, niñas de faldas largas y blusas cerradas…

Yala, yala, jóvenes sobre monopatines y bicicletas eléctricos sortean los autobuses y los coches. A veces van montados dos o, más difícil todavía, tres y cuatro amigos, haciendo zigzag, de un lado a otro, arriba y abajo de la ciudad, con cascos de colores brillantes, orejas de gato y crestas mohicanas.

Tel Aviv Keith Roughton

Yala, yala, también el mercado va sobre ruedas. En HaTikva, que significa esperanza –moderna corte de los milagros–, ancianos marchitos recorren los puestos de verdura en cochecitos de tres ruedas. Hasta hay un hombre que quiere ser pirata y, en lugar de una pata de palo, lleva una silla de ruedas, y un pañuelo en la cabeza y un loro de un verde imposible y una bandera.

Mientras, la playa no sabe de banderas ni de edades y está abarrotada de bañistas. Cerca, las terrazas y los cafés, con sus faroles de noche de verbena, están llenos de jóvenes que fuman y beben y hablan alto, ajenos al corona.

Rega, rega, el sol, naranja como una yema de huevo, rojizo como un sol japonés, se oculta tras los edificios altos de cristal, con sus nombres como estrellas en un mapa: HaPoalim, Nissan, Electra…; se oculta tras las palmeras, las grúas, el ruido de coches y sirenas que anuncian ambulancias o misiles. Vigilante, la torre de control militar se eleva sobre el tráfico de Kaplan, con esa forma de trampolín iluminado y ese cielo morado de un cartel de Renau.

Tel Aviv Keith Roughton

Rega, rega, llega Shabat y el ruido de la ciudad desciende, como la quietud antes de una tormenta. El cielo descansa, se vuelve doméstico, con sus tejados de depósitos de agua, paneles solares, cables y antenas. Se escucha el run-run constante de los aires acondicionados, los niños que juegan en los patios, el rumor de las familias.

Mar Muerto Keith Roughton

Rega, rega, mientras, no muy lejos de Tel-Aviv, a orillas del mar Muerto, un socorrista rompe por un momento el silencio. “Relax on your back”, nos ordena por megafonía a los turistas que flotamos en el agua como un balón de playa, con las montañas borrosas, fuera de foco, de Jordania al fondo y un azul irreal que no es azul. Es un silencio nuevo, como el principio del mundo.

*Yala: (voz árabe) ¡vamos!
*Rega: un momento.

Texto: Alicia Martínez
Fotos: Keith Roughton

Alicia Martínez vive y trabaja, entre libros, en Tel Aviv. Estudió Bellas Artes en Madrid y su práctica artística se sitúa en torno a la edición de fanzines con fotografías propias o encontradas entre los álbumes familiares. Son casi siempre imágenes —memorias fragmentadas— de momentos de ocio, de un tiempo propio. Ha publicado los fanzines de fotografía Carnet de baile, Siempre es domingo y Una muchacha en bañador.

Keith Roughton es un fotógrafo inglés que reside en Tel Aviv desde hace unos años, después de vivir en Londres y Madrid. Actualmente trabaja en un proyecto titulado “The passer by”, una serie de fotografías de calle que comenzó en 2015 y que ofrece una mirada atenta donde se entretejen dos ciudades, Madrid y Tel Aviv.

Un alto en Givat Shmuel

Escultura Givat ShmuelMi segunda parada fue Givat Shmuel. Necesitaba un espacio para estar con los amigos de “antes”, escuchar el acento caraqueño, comer arepas, tequeños y hallacas fuera de temporada. Necesitaba sentirme protegida por una comunidad que quedó atrás, hoy repartida por el mundo, cuyos vínculos tratamos de conservar en Israel.

No intentamos levantar un gueto venezolano, como pudiera interpretarse. Lejos de esto. Pero no podemos tampoco olvidar quiénes somos, de dónde venimos, cómo hablamos, qué comemos. No podemos negarle a los que vienen atrás una herencia que ha atravesado continentes, una y otra vez, que se fortalece con cada intercambio y se hace única. Es Marruecos, tumbao caraqueño con jaquetía, Europa de posguerra y esperanza hecha vida en Venezuela, palabrotas de Maracaibo, aires del Ávila, recuerdos sin nostalgias. Somos muchos y uno. Ahora somos israelíes. Estamos en casa, pero sabemos que allá hay otra casa, otros afectos, tantos afectos. Que siempre nos veamos en alegría, como dice uno de los más bellos saludos sefardíes.

Venezuela en Givat Shmuel
Un rincón de Venezuela en Givat Shmuel

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Escultura Bajista Givat ShmuelGivat Shmuel es una pequeña ciudad en el Distrito Central de Israel, localizada en la zona este del área metropolitana conocida como Gush Dan, que comprende la ciudad de Tel Aviv y sus alrededores. Vecina de Petah Tikva, Bnei Brak y adyacente al campus de la Universidad de Bar Ilan, Givat Shmuel es un excelente punto desde el cual moverse en el Gush Dan, y por añadidura en el resto de Israel.

Es considerada una de las ciudades con mayor índice educativo de Israel debido al alto número de estudiantes que obtienen la certificación de matriculación (bagrut) de la escuela secundaria. Se habla también de su alta tasa de aliá exitosa –inmigrantes que se han mantenido en Israel por más de cinco años–, y se nota.

Uno de los detalles que más me impresionó fue el respeto con el que las personas hablan de su alcalde, quien a pesar de su responsabilidad cumple con las tareas que le asigna la sociedad de padres en la escuela pública a la que asisten sus hijos.

La vida en Givat Shmuel es sencilla, familiar y de estrechos lazos sociales. Un complejo de tres centros comerciales, un centro deportivo público, áreas verdes y mucha amabilidad conforman su día a día. Aunque es una ciudad joven y dinámica, da la impresión de ser un lugar para familias jóvenes y parejas recién casadas. Para quien esté interesado en la movida nocturna y tener diversidad a la hora de entretenimiento, esta ciudad no parece ser una buena opción, a pesar de su cercanía a Tel Aviv. Pero quien busque un lugar para sentirse en casa, tendrá aquí las puertas abiertas.

GivatShmuel2_Viejacasanueva
Nuevo urbanismo para una ciudad en expansión

Por Fanny Díaz

Fuentes e información útil

Página de la municipalidad | http://www.givat-shmuel.muni.il/

Transporte | https://en.wikivoyage.org/wiki/Givat_Shmuel#Q152641

Wikipedia (inglés) | https://en.wikipedia.org/wiki/Giv’at_Shmuel

Division

Álbum de verano israelí 2014

CactusIsraelEste año el verano en Israel estuvo un tanto ‘accidentado’, por decir lo menos. Con las medusas y el calor llegaron también los cohetes y las excursiones al refugio, pero aun así el espíritu estival no retrocedió. Aquí mi recuento gráfico de la temporada.

 

Ajosalsol

Ajos secándose al sol: primer guiño del verano

VerdeIsrael

VerdemilitarIsrael

Verde naturaleza cultivada y verde coquetería militar

ArtistacalleTelAviv

Artista de calle en Tel Aviv

Haifa_verano2014

Panorámica del puerto de Haifa desde el Santuario del Bab

PuertoAshdod2014

Después de dos meses de miedo los barcos volvieron a Ashdod

SangriaHaifa

Menú en Sangría, restaurante de comida española en Haifa

NarguilaIsrael

A relajarse un poco fumando narguila, mejor si es al aire libre

El aula de la calle en Tel Aviv

Por Fanny Díaz

Durante las protestas de 2011 en Tel Aviv, Guy Sharett notó que muchos de sus estudiantes de hebreo no entendían el significado de las pancartas, no solo el literal, sino sobre todo el contextual. Israel, un país cuya inmigración no ha cesado desde su fundación en 1948, es un lugar multilingüe, pero hablar hebreo es la única manera de entrar en contacto con el corazón de esta tierra.
Sharett, profesor diplomado de hebreo y lingüista egresado de la Universidad Hebrea de Jerusalén, tuvo la idea de juntar enseñanza del idioma y cultura israelí en las calles de Tel Aviv. Así nacía la aventura de una clase de hebreo peripatética, en la que no solo se aprende la lengua diaria, sino también etimología, historia judía y universal, cultura contemporánea, slang y algo de la movida telavivense.
Con su pizarra miniatura que ya es parte de una marca personal, Sharett recorre con su grupo las calles del barrio Florentin, al sur de la ciudad, escudriñando paredes en busca de significados. Incluso el alcantarillado puede mostrar la acelerada evolución de la lengua hebrea, de la que Amos Oz dice: “Lo que en otras lenguas ha supuesto un proceso de varios siglos, para el hebreo han sido unas pocas generaciones. La distancia entre Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez, en términos hebreos, es de 120 años”.
Considerada una de las ciudades más innovadoras del mundo, Tel Aviv muestra sus recodos con creatividad. Baruj habá (‘Bienvenido’, literalmente ‘Bendito el que llega’).