Algunas veces pienso que el estado natural de un inmigrante es merodear en las fronteras (no, el símil no es gratuito) del querer pertenecer a su nuevo país y al mismo tiempo asirse a la relativa certeza de su pertenencia al lugar de origen. Solo que esa dualidad puede dejarlo al margen de su nuevo entorno y de paso hacerlo olvidarse de sí mismo, de sus preferencias y sueños, en particular si hay de por medio una barrera idiomática.
En ese merodeo he estado por años en Israel. A la búsqueda de algún pasadizo por donde acercarme a “lo israelí”. ¿Cómo lograrlo por una vía personal? ¿Cómo cruzar la frontera sin perderse a sí mismo en el intento? La respuesta llegó a través de un anuncio de visitas guiadas a galerías de arte organizado por la escuela Basis.
La idea es ver arte contemporáneo israelí bajo la guía de la curadora y artista Noa Raz Melamed. Aparte de galerías de arte visitamos estudios de artistas, hablamos de sus búsquedas estéticas y existenciales, así como sus lazos con la historia del arte israelí y universal. Para el resto del grupo, todas mujeres israelíes, es una oportunidad de conocer mejor la escena artística local. Para mí ha sido una puerta de entrada a la riqueza creativa de Israel. Porque el trabajo de un artista no es aislado, sino que recoge la historia de un país o un pueblo, sus creencias, su manera de estar en el mundo. Además, lo creativo está siempre impregnado de referencias culturales que pueden ayudar a descifrar claves cotidianas a un recién llegado. En el caso de Israel, acercarse a su arte es asimismo acercarse al arte judío.
Estas visitas me han revelado una de las caras de este país que ahora también es mi casa. No pretendo haber conseguido la respuesta para todos. Cada quien descubrirá su propio camino, pero creo que aproximarse al nuevo país a través de una pasión personal podría ser un buen inicio. Nunca es tarde. La aventura apenas comienza.
La artista Maya Gold conversa con el grupo sobre su obra inspirada en vitrales.
Obra de la exposición “Jéder / Room / Habitación” de Guy Avital.
Obras de Chanan de Lange en Noga Gallery of Contemporary Art.
Estudio de la artista Osnat Yaheli-Sarbagili.
Estudio de la guía del grupo, Noa Raz Melamed.
Visita a la galería Macom Leomanut / Artspace en Kiryat Hamelacha, Tel Aviv.
Un edificio construido en la década de 1920 hospeda una de las galerías más activas de Tel Aviv.
En marzo de 2010, en un edificio concebido por el arquitecto y diseñador industrial israelí Rod Arad, comienza la historia real del Museo del Diseño Jolón (Design Museum Holon, Muzeon haItsuv Holon) tras cinco años de proyectos. Localizado en Jolón, en la zona central de Israel, el Museo del Diseño Jolón forma parte de un proyecto municipal para convertir la ciudad en una referencia cultural nacional.
Los museos del diseño son todavía relativamente escasos, quizás porque el diseño sigue siendo una disciplina joven y en plena expansión. Por eso estos ‘museos’ suelen ser más núcleos de creatividad que lugares de exhibición. El Museo del Diseño de Jolón es sobre todo un centro abierto a la comunidad y un lugar de intercambio del dinamismo creativo israelí.
Uno de los ambientes más emblemáticos del Museo es el laboratorio de diseño, el cual ofrece al visitante una ojeada al proceso creativo de productos industriales e incluso a sus herramientas, como por ejemplo una impresora 3D en plena acción (no olvides pedir al guía una muestra como recuerdo de tu visita). El Museo también celebra la Semana del Diseño, talleres para estudiantes de las diferentes escuelas de diseño del país, actividades de creatividad para el público general y exposiciones de diseñadores nacionales e internacionales.
Fantasía arquitectónica
El edificio sede del Museo del Diseño Jolón es quizás la mayor declaración de principios de la institución: en un documental sobre su proceso de diseño, Jacob Even, director general de la corporación municipal de desarrollo de Jolón, resume la obra con la palabra fantasía. Cinco bandas de metal que juegan con el sol israelí anuncian la vocación creativa del edificio y sirven de marco a galerías interiores que dan al visitante la libertad de tomar distintas rutas: concebido como un laberinto circular, los espacios de exposición parecen girar sobre sí mismos.
Diseño gráfico, de modas, industrial, web, de interiores, de tipografía… son solo algunas de las muchas vertientes del diseño que forman parte de nuestro día a día. El Museo del Diseño Jolón sirve de homenaje a esa belleza, extraordinaria y cotidiana a la vez.
El Museo del Diseño de Jolón forma parte de un complejo cultural que incluye la Holon Mediatheque, compuesta por el teatro para niños y jóvenes, la biblioteca pública central de la ciudad y la cinemateca
Salas de exposición
Érase una vez los niños se divertían con objetos llamados juguetes, hoy literalmente piezas de museo.
Laboratorio de diseñoDetalles de una fantasía arquitectónica
Este año el verano en Israel estuvo un tanto ‘accidentado’, por decir lo menos. Con las medusas y el calor llegaron también los cohetes y las excursiones al refugio, pero aun así el espíritu estival no retrocedió. Aquí mi recuento gráfico de la temporada.
Ajos secándose al sol: primer guiño del verano
Verde naturaleza cultivada y verde coquetería militar
Artista de calle en Tel Aviv
Panorámica del puerto de Haifa desde el Santuario del Bab
Después de dos meses de miedo los barcos volvieron a Ashdod
Menú en Sangría, restaurante de comida española en Haifa
A relajarse un poco fumando narguila, mejor si es al aire libre
Anoche la sirena sonó por primera vez luego de muchos meses. Aunque durante semanas la posibilidad de una escalada de violencia había sido el principal tema de conversación, nunca se está emocionalmente preparado. El sonido penetrante avisa que tenemos tseva adom (color rojo), que hay que correr a protegerse en el primer lugar que se encuentre, que no hay tiempo para dudas ni lugar para la humana confianza en que ‘eso no puede pasarme a mí’.
Luego se escucha la explosión. Algunas veces cerca, y entonces todo se estremece; otras, a lo lejos, como si de pronto el peligro se hiciera irreal. En ambos casos uno reza para que la kipat barzel (domo de hierro) se haya ocupado del asunto. La explosión de anoche fue una de las más estruendosas que he escuchado hasta ahora…
Otro día
Poco sabíamos que la sirena se convertiría de nuevo en nuestro día a día. Entre sirena y refugio hacemos la vida. Afuera se libra una guerra adicional, la de demostrar que Israel tiene derecho a defenderse y en el fondo la de justificar su existencia.
Cientos de fotografías de palestinos, especialmente niños, inundan la red. A ratos las dudas invaden el alma. Algo es claro: en una guerra nadie gana.
Otro día más
Hoy me dio por releer a la escritora israelí Batya Gur. Michael Ohayon, el personaje principal de sus novelas, es un detective de origen marroquí, guapo, inteligente y sensible que solo pudo ser creado por una mujer. Al final de la novela Asesinato en Jerusalén, Ohayon tiene un peculiar diálogo con su hijo Yuval, la mañana antes de este último partir a un entrenamiento en la reserva del ejército de Israel:
“(…) Quería preguntarte, pero realmente ahora, si eres sionista. ¿Eres sionista, papá?”.
“¿Por qué lo preguntas?”. Michael trataba de ganar tiempo; finalmente la mesera los dejó solos.
“Primero respóndeme” (…)
“…Si sionismo significa una casa para el pueblo judío, entonces puede decirse que soy sionista”.
Más y más días
Algunos días no suena la sirena pero se escuchan explosiones a lo lejos. La ilusión de normalidad se ve interrumpida una y otra vez por el sonido aparentemente lejano.
Mueren 64 soldados israelíes en una emboscada. Me siento culpable por no ser más neutral, por no lamentar las muertes del ‘otro lado’, por no hacerlas mías. En cambio, cada soldado que veo en la calle me hace sentir que no estamos protegiendo a nuestros jóvenes, que en lugar de estar peleando por nosotros ellos deberían estar respirando vida. Las calles se llenan de inmensas vallas que dan gracias a nuestros soldados. Cada uno de ellos, casi niños en realidad, me recuerda que esta tierra hay que conquistarla cada día. Quizás todavía estamos vagando en el desierto.
23 de julio
Tal parece que mis sentimientos tienen compañía. LynleyShimat Lys publicó un poema en su muro:
I feel guilty for being alive.
I feel guilty I can’t help
the people in Gaza
in Sderot
in Ashkelon
in Ashdod
I feel guilty I can’t persuade my friends
to come north to Jerusalem
I feel guilty I can’t tell the government
not to send
men to kill and to be killed
I feel guilty for
every supposed leader
opposing peace, risking lives.
I feel guilty for asymmetries,
for rockets, tanks, tunnels,
for the airforce
and the airport.
I feel implicated from all sides.
for what I did
for what I didn’t do.
This war is not a war – there is no winning. Ashes, ashes, we all lose.
Me siento culpable de estar viva.
Me siento culpable de no poder ayudar
a la gente en Gaza
en Sderot
en Ashkelon
en Ashdod
Me siento culpable de no poder convencer a mis amigos
de venir al norte a Jerusalén
Me siento culpable de no poder decirle al gobierno
que no envíe
hombres a matar y ser matados
Me siento culpable por
cada supuesto líder
que se opone a la paz, arriesgando vidas.
Me siento culpable por las asimetrías,
por los cohetes, tanques, túneles,
por la fuerza aérea
y el aeropuerto.
Me siento implicada en todos los lados.
por lo que hice
por lo que no hice.
Esta guerra no es una guerra –no hay ganador–. Cenizas, cenizas, todos perdemos.
Un día más
Alto al fuego. Violación del alto fuego. Tseva adom. Sirena. Muere un niño de cuatro años que no tiene tiempo de llegar al refugio. Una fotografía con su camisa del futbolista Leo Messi inunda las redes. El héroe no se da por enterado. La guerra paralela continúa.
Hace mucho que la ciencia ficción dejó de ser un motivo de asombro para convertirse en un lugar común resumido en la frase “el futuro ya está aquí”.
Tras mi efímero y poco exitoso ejercicio como obrera manual, llegó la hora de vivir la experiencia de ser una auténtica obrera del siglo XXI. En principio, cuento con todos los requisitos: fanática del teclado (por no decir prácticamente inútil en cualquier otro campo), inmigrante en Israel, uno de los mayores exportadores de alta tecnología en el mundo, y dispuesta a renunciar a la sociabilidad con tal de ganarme los cobres de manera segura y puntual.
Así que de la noche a la mañana el miniapartamento en el que vivo se convirtió en eso que las revistas de diseño llaman un “home office”. Durante el receso para el café converso sobre literatura con mi compañera de trabajo por el chat de skype, mi gato entra y sale a su antojo porque sabe que siempre estoy en casa y si me topo con mi jefe en la calle probablemente no lo reconozca.
Cada vez que le cuento a alguien que trabajo desde la casa a través de internet, la gente tiene una reacción extrema. O piensan que me he sacado la lotería de los trabajos, o me hacen sentir que soy en esencia una presa del siglo XXI. Creo que ambos grupos tienen razón y además mis condiciones de trabajo no me parecen particularmente extraordinarias. Soy apenas una entre los millones que realizan teletrabajo alrededor del mundo, “telecommuters”, para los que la virtualidad se ha convertido en otra manera de estar en el mundo.
Sí, el futuro ya está aquí, tiene la cara cuadrada y algunas veces hasta trabaja en piyamas.
En 2011 escribí un post sobre la experiencia de un olé jadash al retirar su primera máscara antigás. Dos años después, la amenaza de un ataque se cierne sobre Israel una vez más. De nuevo los recién llegados deben retirar su “equipo de defensa”, de nuevo la angustia se apodera del día a día, de nuevo los rumores son la principal fuente de información.
¿Qué hacer? Algunos consejos prácticos
Obviamente, lo más importante es permanecer en calma. Confiar en que Israel, no sólo está preparado para un ataque, sino que su principal preocupación es la protección de sus ciudadanos.
El Home Front Command, “Pikud Haoref”, la institución israelí encargada de la seguridad ciudadana en casos de conflicto armado o desastres naturales, es la mejor fuente de información. Para cualquier duda o solicitud llamar al teléfono 104.
También se puede solicitar el envío a través de la oficina de correos con solo cancelar 25 shékels, pero esta opción toma al menos 18 días hábiles. Teléfono: *2237 o dejar un mensaje.
Las municipalidades cuentan con un servicio de ayuda sobre aspectos locales en el número 106.
Aunque todos lo sabemos, es necesario repetirlo: jamás saques la máscara de la caja para practicar cómo usarla. El aire deteriora los filtros y las sustancias protectoras que ésta contiene.
Si por alguna razón no se obtuvo la máscara, no hay que angustiarse. En este momento se está asignando máscaras solo a los ciudadanos israelíes, pero en caso de emergencia el ejército de Israel monitoreará que todos sus ciudadanos y residentes estén debidamente protegidos.
La vida continúa de manera normal en Israel. No hay llamados de alerta ni luz roja. La mejor protección es conocer el protocolo de emergencia, qué hacer, hacia dónde dirigirse y cuál es el refugio más cercano en caso de no contar con cuarto de seguridad (maamad) en casa.
Sí, ya lo dije, pero quisiera repetirlo: confía en que Israel cuenta con gente capacitada y provista con los mayores adelantos actuales para la protección de la población civil, que en caso de una crisis (Dios no lo permita) estará allí para protegerte.
Quien salva una vida, salva al mundo entero. Talmud
El muchacho pregunta si me gusta la nostalgia. “Depende de qué tipo de nostalgia”, respondo, y él pone en Youtube una canción de hace tres años. ¿Propio de su edad o más bien propio de un país donde la novedad es la regla? ¿Qué importa, a fin de cuentas?
II
El hombre descarga en mí su resentimiento con el mercado de trabajo israelí. Me hace saber que “mi industria” le ha quitado el trabajo a millones de personas y que por eso merecemos ser pechados con más impuestos que el resto de los trabajadores. Como si eso solo sucediera en Israel y como si fuera yo la presidenta de una corporación de alta tecnología y no la obrera del teclado que soy. Para calmarlo, le digo que Israel es quizás el único país del mundo en el que se necesita contratar dos empresas para un solo servicio de internet. De todas formas no sé si entendió lo que quise decir.
III
A la mujer le asombra mi entusiasmo por la moda israelí: “Quizás vivimos en países distintos. Yo solo veo bermudas y sandalias para cualquier ocasión, blue jeans en la sinagoga, lentejuelas ochentosas en los matrimonios”, dice. “Yo hablo de Ronen Chen, la semana de la moda, los tours de compra en Tel Aviv”, contesto. “Y yo hablo de la realidad, de lo que hay”, deja sentado ella con impaciencia. Quizás tenga razón, pienso, solo que yo prefiero vivir en este mundo paralelo donde encontrar belleza es la máxima ley.
El paisaje urbano israelí tiene un maullido como sonido de fondo. Casi en cualquier rincón una manada de gatos ha conquistado un territorio para pasar sus días, sino plácidamente, por lo menos tolerados por la vecindad.
Digamos que en Israel los gatos se han beneficiado de la inclinación judía por la comida y los invitados. Lejos de la imagen macilenta de los animales callejeros que uno suele tener, en general estos auténticos sabras muestran barrigas llenas y supongo que corazón contento.
Quien tenga debilidad por estos animales o alguna fijación infantil con una pandilla de ellos, no tendrá dificultades para adaptarse a este paisaje. Quien los deteste, como parece ser el caso más común, tendrá un inagotable tema de conversación y queja. Los gatos israelíes tienen audiencia asegurada.
En principio, no formaba parte de ninguno de los dos grupos, aunque siempre me ha gustado la particular soledad de los gatos, su placidez un tanto envidiable, y sobre todo esa actitud de rey caído que nunca ha olvidado su origen. Mi adscripción a la corte gatuna se la debo al haber sido escogida por un gato sabra. Luego de seguirme con la mirada durante semanas, un día se me enredó entre los pies y desde entonces no he podido zafarme de él. El muy jutzpán (¿no son acaso jutzpá y sabra vocablos casi sinónimos?)…
Uno de estos días leí que Osvaldo Soriano alguna vez dijo que “un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo”. Su palabra vaya adelante. Ahora soy guiada por un gato que maúlla en hebreo. Quizás por este camino algún día llegue también a ser escritora.
Durante las protestas de 2011 en Tel Aviv, Guy Sharett notó que muchos de sus estudiantes de hebreo no entendían el significado de las pancartas, no solo el literal, sino sobre todo el contextual. Israel, un país cuya inmigración no ha cesado desde su fundación en 1948, es un lugar multilingüe, pero hablar hebreo es la única manera de entrar en contacto con el corazón de esta tierra. Sharett, profesor diplomado de hebreo y lingüista egresado de la Universidad Hebrea de Jerusalén, tuvo la idea de juntar enseñanza del idioma y cultura israelí en las calles de Tel Aviv. Así nacía la aventura de una clase de hebreo peripatética, en la que no solo se aprende la lengua diaria, sino también etimología, historia judía y universal, cultura contemporánea, slang y algo de la movida telavivense.
Con su pizarra miniatura que ya es parte de una marca personal, Sharett recorre con su grupo las calles del barrio Florentin, al sur de la ciudad, escudriñando paredes en busca de significados. Incluso el alcantarillado puede mostrar la acelerada evolución de la lengua hebrea, de la que Amos Oz dice: “Lo que en otras lenguas ha supuesto un proceso de varios siglos, para el hebreo han sido unas pocas generaciones. La distancia entre Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez, en términos hebreos, es de 120 años”.
Considerada una de las ciudades más innovadoras del mundo, Tel Aviv muestra sus recodos con creatividad. Baruj habá (‘Bienvenido’, literalmente ‘Bendito el que llega’).